Correr de lado, o hacia atrás, no se trata de retroceder, sino de encontrar una nueva perspectiva para llegar a la misma meta, como duraznos en almíbar, encerrados en una lata, con la idea funcional que sólo sirven para una cosa, mejor hay que hacer un pastel… uno que contenga sueños en polvo de la gente que me rodea, semillas de ajonjolí y hojas de guayaba. Saborear dulces besos, caricias y sonrisas pícaras… no quiero jugar, no me gusta ese juego dulce y ficticio donde se satisfacen necesidades.
Tendemos a caernos poco, a ceder ante el sistema, lo que verdaderamente necesito, es algo que no todos tienen, no lo puedes comprar, uno de esos espejismos que nos muestran lo maravilloso del desierto y lo doloroso del mar. Huir no es una solución, aunque todavía no pueda enfrentarlo, bueno, no me siento preparado; esperaré en el bosque marino, donde los peces juegan a ser pescados, donde las algas cobijan mis tesoros, en donde encontraras el camino de la aventura y de la fidelidad.
Curiosidades de las aves, piensan si tener respuesta acerca del color de las ostras; se iluminan las ganas con damiana, y con valeriana de las apagan. Sombras que recorren la superficie, colores que ocultan mi ser, como si mi exposición estuviera prohibida; mi canto, que nunca fue melodioso, pero distrae para que los peces alcancen a esconderse de ese ser que envenena el alma.
¡Caracoles! Otro día normal en el bosque marino.
Tendemos a caernos poco, a ceder ante el sistema, lo que verdaderamente necesito, es algo que no todos tienen, no lo puedes comprar, uno de esos espejismos que nos muestran lo maravilloso del desierto y lo doloroso del mar. Huir no es una solución, aunque todavía no pueda enfrentarlo, bueno, no me siento preparado; esperaré en el bosque marino, donde los peces juegan a ser pescados, donde las algas cobijan mis tesoros, en donde encontraras el camino de la aventura y de la fidelidad.
Curiosidades de las aves, piensan si tener respuesta acerca del color de las ostras; se iluminan las ganas con damiana, y con valeriana de las apagan. Sombras que recorren la superficie, colores que ocultan mi ser, como si mi exposición estuviera prohibida; mi canto, que nunca fue melodioso, pero distrae para que los peces alcancen a esconderse de ese ser que envenena el alma.
¡Caracoles! Otro día normal en el bosque marino.
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