Y me pongo a pensar qué fue lo que hice para que se me ocurriera pensar que los caracoles se pueden convertir en gorriones, ilusiones pasajeras que guardo en mi cajón, con la esperanza de que vuelvan y no sean tan pasajeras...
Una simple idea de cuando me levanto me pongo a cocinar sopa y algunos vegetales... Y pensar que mi alacena cada vez se queda más vacía, poco a poco se va quedando sin cajas de paciencia, sobres de melancolía y botellas de sueños. Me canso a veces que la lleno y el mismo peso derrumba lo que he construido... Me gustaría tanto tirarme en la arena, caminar por la playa, o tan siquiera regalarnos quince minutos... pero comprendo que hay veces que no se puede.
Me cuesta entender a las hojas que se dejan llevar por el viento, a mi reflejo en la ventana de una tarde lluviosa pues todavía no sé con certeza si me he enamorado en verdad, en árbol y en piedra.
Me quedo perdiendo tiempo en mi desolada espera, como si siempre fuera el mejor amigo, yo que pensaba que ya habia finalizado mi etapa pero resulta que a penas comienza.
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