Caía la tarde sobre la ciudad, la lluvia mantenía a los clientes dentro de aquél café, los vidrios estaban empañados por el calor humano. Era un café como todos, una barra, tres empleados con sonrisa a veces fingida y un café rico. Los clientes llegaban y se iban, algunos accesibles y otros no tanto. Yo me considero un cliente más siempre pido un rico café del día, es que es uno de los pocos lugares que vende café de talega y para esta ciudad dice mucho ese sabor a pueblo… pero no les cuento esto por mi agrado por es café si no por algo que me pasó, algo no muy común… y allí estaba en aquel café…
Una persona como cualquiera, de esos que pasan desapercibidos… de esos que nadie nota, simplemente sentado embobado con el periódico de hoy, un café y unos cigarros. Se miraba triste, siempre se sentaba solo, tardaba horas en la misma mesa. Era un joven un poco desaliñado, con barba crecida… A ratos se sonreía y a ratos parecía que iba a comenzar a llorar… me gustaba verlo se me hacía curioso ver a alguien solo por tanto tiempo…
La lluvia arreciaba y el reloj de pared anunciaba las cinco. Las mesas a su alrededor se ocupaban y se desocupaban, y él allí seguía… a mi se me hacía tarde y me iba… siempre que regresaba a aquel café estaba ese joven.
Un día, con más curiosidad que ganas de entablar una conversación, le pregunté que si qué hacía sentado en ese café por tanto tiempo, él me respondió que esperaba a alguien…Con su respuesta me vinieron a la mente preguntas, pero no las hice, simplemente me di la vuelta y me fui… no sé, me pareció imprudente, me sonrojé y lo hice.
Al día siguiente seguía lloviendo, la lluvia no había perdonado ya los dos días de aguacero, de paso por aquel café me di cuenta que aquel joven seguía en la misma mesa… me preguntaba qué esperaba ese joven… siempre solo y en la misma mesa.
Tras una noche de juerga, lo mojado del asfalto y el concreto hacía más fría mi caminata… cuando pasé por aquel café el sonido de porcelana al quebrar me detuvo, eran ya las 3:00 a.m. miré hacia dentro del café… era aquel joven, había tirado su taza… al verme desapareció.