viernes, octubre 3

Un dia entre las palomas...


Me levanto y como siempre me arrojo al vórtice del terror llamado rutina, me baño, oigo quejas porque, por otro día más, no pude ser la sirvienta perfecta. No he dormido bien en toda la semana, siento que me estiran de muchos lados a la vez… estoy a punto de romperme. Me quedo esperando a que por decimotercera vez rechacen mi trabajo, a llegar tarde y cuando llego temprano no haya clases, avance un milímetro mi investigación… Sueños reales… sueños letales… sueños ¿irrealizables?

No me acostumbro a la ausencia, a desvanecerme, sintiéndome cada vez menos, por el rechazo... y hoy en busca de un consuelo el destino me pega una cachetada y sólo me quedo llorando… la mejilla no me dolió, me dolió por dentro… ya ni cuando me sentí extraños cuando me regalaron una película porno.

Necesito un consuelo… me siento desamparado, alejado en un rincón, como perchero, como ese regalo que no te gustó y lo guardas hasta el fondo de tu closet. En ese lugar oscuro y lleno de polvo me quedo pensando si esto es lo que merezco…

Ando demasiado sensible y a la vez nadie me comprende… tengo ganas de quedarme en casa y no salir hasta dentro de una semana… ¡Qué digo Yo! Si mi casa huele a rayos, y no por falta de limpieza, si no porque a los perros de mi vecino se los ha carcomido el descuido (y la sarna). Necesito sentirme bien, quiero meterme al mar y dejar que las olas laven mis penas, pero hoy que lo ví al volver del cole, he visto una nata marrón que flota por la costa… me dio mucho asco…

Sólo me queda salir y escaparme al monte, pero con la novedad de que hay un Puma hembra y su cachorro rondando las veredas no me conviene salir solo… maldito enredo mental, por no dormir, por ser un idiota y por no ser lo que tenía planeado para mí.

No tuve más remedio que sentarme en un parque a llorar y sacar las cosas que traigo en la cabeza. Lo peor de todo es… que todavía le falta mucho al día para que acabe.

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