jueves, septiembre 27

Conociendo a los moluscos.


Pierdo lo más preciado en mí, mi paciencia. No sé que me pasa, quiero salir corriendo y llegar hasta el café de siempre, llorarle a la margarita mi desdicha y comerme un pastel de zanahoria.

Pequeños rayos de sol, golpetean mi cara, el sol quiere que me despierte, como a la mitad de las personas del mundo… digo, no soy tan especial, soy igual a todos. Simplemente hoy me levanté con aires de superioridad, pavoneándome en mi desnudez de ignorancia y estupidez.

Salgo de la cama con la pesadez de mis sueños encima, me meto al baño y después de orinar me baño. Siento como el agua fría recorre mi cuerpo y lava mis sueños, dejando que las ideas y mi sangre fluyan.

Me cambio después de darle tratamiento a mi cuerpo, obviamente tengo que hidratar mi piel, peinarme, entre otras cosas. Con cada cepillada dejo que mis ideas vayan tejiendo la sonrisa del día, aunque hay veces en que se ponen de amargados… como hoy.

Tras estar listo, me pongo a hacerme desayuno, que más que un poco de cereal. Me lavo los dientes, y me dirijo a la parada del transporte público. Entre la espera y el abordaje, me pongo a pensar en que será de de las cosas que están a mi lado si fueran de otro color, veo hacia el cielo y me quedó cambiando de forma a una nube muy regordeta, cuando bajo la vista me doy cuenta que el microbús me dejó…

-¡Demonios! Tendré que irme a otra parada-

Ah, es que has de saber que cuando se me pasa el micro de ida, agarro el que va de salida, así que apresuro el paso… Ya que agarro el micro me siento en un solo asiento… se me hizo raro pues eran las 10 de la mañana y en mi ruta a esa hora casi siempre estaba lleno.

Durante el trayecto, veo como las personas viven sus vidas, unos trabajan, otros manejan, otros van al mercado y yo, yo simplemente me dirijo al café de siempre.

Llego una hora después al centro, todavía falta caminar un poco, mientras camino por “la calle larga”, me encuentro a algunas de las personas que siempre me encuentro cuando trancito por esa calle (es una incógnita por qué me encuentro a las mismas personas), no siempre me encuentro a los mismos pero ese día… me encontré a todos.

Cuando estoy apunto de llegar al café, me encuentro con un gran número de norteamericanos de muy buen ver, se me hace raro puesto que no es día de barco. Entro al café lamentando el hecho de que no me doy la oportunidad, sí es mi día de andar idiático y mamón. Lo que quiero es entrar y derramar lágrimas, que mi café se desborde, pero no puedo por que te veo y tu sonrisa me obliga a cambiar la sensación de mi día.

Todo se vuelve alegre, los cigarros se consumen, pero allí estas, y aunque no te conozca sonrío, y me alegro de verte y pasar un tiempo juntos, aunque sea a mesas de distancia.

En el trayecto, juego con amigas, pero mi mente vuela y se regocija con una mirada…


A pregunta es: ¿Cuando te voy a conocer en persona o siempre serás un producto de mis sueños? Creo que me hace falta socializar en la vida real…

1 comentario:

padma dijo...

Sersh!, je. poeta precoz!. Buenas rimas!!..aunque estoy de acuerdo...necesitas salir mas jiji.
Sigue sacudiendo esa pluma .. bueno las teclas en todo caso.